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había buenas intenciones . Pero después el sistema se volvió meramente
comercial, con el Consenso de Washington e la ola ideológica de Collor
y Menem. Creo que a partir del 2000 hubo una tentativa de retorno.
Por lo menos en intenciones, especialmente de Duhalde, que no es
santo de mi devoción pero... en fin! Él trató de encauzar nuevamente
el Mercosur, e incluso Lula buscó doblar un poquito la apuesta con el
Unasur. Pero lo que ocurrió durante los 90 fue que el Mercosur quedó
como un acuerdo comercial y no se pudo avanzar en lo institucional,
no fue posible avanzar en lo político más allá de lo formal.
■ ¿Cuáles son los grandes desafíos para que este tratado sea
realmente un proyecto de integración? Se miramos desde los años
80 cuando ambos países retornaron a la democracia, veremos una
evolución muy positiva en el intercambio comercial. Nuestro principal
socio hoy es Brasil. Y eso no era así. También, la desconfianza militar
mutua ya no existe, no hay ejércitos mirándose con desconfianza. Un
dato importante de esta década es que Brasil empieza a emerger como
un líder de la región. Y esto, evidentemente, nos toca un poco el ego.
El de los argentinos siempre fue grande. Pero todavía tenemos muchas
cosas de las que podemos enorgullecernos. Hoy tenemos más noción
de los tamaños relativos de nuestras economías que hacen que Brasil
sea seguramente quien lidere en gran medida esta región. Paro para que
ese liderazgo sea estable, necesita de una Argentina también estable y
creo que tenemos mucha complementariedad.
Vimos, y eso es una buena constatación, que antes, dar un salto impor-
tante en materia de desarrollo llevaba décadas. Por ejemplo, el desarrollo Banco Central, en una situación como esa queda claro que los bancos
y bienestar social que Argentina consiguió en el siglo XX parecía difícil
para la mayoría de los países. Y vemos que Brasil, que tuvo dos períodos
presidenciales, dos gobiernos, 16 años de estabilidad, de continuidad,
vimos en el Brasil cambios admirables. Empezamos a ver un Brasil so-
bre el cual nadie hablaba en la década de los 90. Vemos a Uruguay, el
pequeño Uruguay, un país que expulsaba gente, nostálgico, e que con
solo cinco años de Tabaré tuvo una visión más moderna. Empezamos
a mirar a Chile, que era un país pobre, con pocos recursos y muchas
dificultades. Y ya son 20 años! Entonces vemos que el desarrollo no es
una asignatura imposible. Empezar a ser confiable y sustentable para
los propios ciudadanos y para la economía global, que es una amenaza,
pero donde también existe mucho dinero disponible. Los países que
empezaron a ordenarse reciben mucha inversión directa. Y eso ayuda.
No es posible crecer solamente con ahorro propio, como era la fórmula
de otras décadas.
■ Y en la Argentina, ¿cómo ve su futuro? Argentina es un país lleno de
posibilidades porque tiene una base muy sana. Tiene diversos recursos,
una población básicamente educada, pero falta un poco más d estabi-
lidad. Hoy tenemos un problema más político que económico y si eso
se ordena y logramos tener un Henrique Cardoso o un Lula, se puede
avanzar. Porque creo que un gobierno sucedió al otro y mejoró lo que el
otro había dejado. Ésta es mi visión. Si la Argentina hace lo mismo, y ya
dejamos atrás la cultura del recelo y la desconfianza, podemos ser socios
y le daríamos a Sudamérica un norte muy interesante. Interesantísimo.
Nosotros creemos que estamos ahora en un momento de turbulencia
política y no sabemos como vamos a pasar este período.
■ ¿Cuando son las elecciones presidenciales? El año que viene, en el
2011. Teóricamente en octubre, pero puede que sean antes porque si
el gobierno se ve en una situación complicada puede adelantarlas. Esa
transición es todavía un momento muy difícil, pero en verdad nosotros
miramos con confianza a la Argentina. En el contexto internacional, no
parece que vaya a ocurrir nada imprevisible, aunque eso siempre pueda
pasar, y en término de intercambio comercial, el mundo quiere las cosas
que la Argentina produce. No significa que vamos a siempre un país
agrícola - solamente agrícola - porque tenemos otras potencialidades.
Pero podemos tener una política agropecuaria mejor, porque ahora
vemos que Brasil produce más carne que nosotros, más granos que
nosotros. Tenemos una política de enfrentamiento con el campo pero
si revertimos eso, hay un enrome potencial también en otras áreas,
tales como la energética y la científica. Tenemos también un país con
una cultura sumamente emprendedora. Entonces, en realidad, es más
la conflictividad social y política la que nos está haciendo quedar reza-
gados. Vemos el caso de Chile. Me hubiese gustado más que ganase el
candidato de la Concertación, pero vemos que Chile va a transitar dentro
de ciertos carriles. Si la Argentina logra eso, con un Brasil ya más estable,
podemos ser socios beneficiosos uno para el otro. Es eso lo que vemos.
■ Un proyecto que tenemos allá en el Banco Central es el desarrollo
de una moneda común y el primer paso en su utilización son las
exportaciones e importaciones entre Brasil y Argentina. Bueno, eso
ya está ocurriendo y es un gran avance. Y volviendo a la autonomía del
centrales deben tener un grado de autonomía, porque si el gobierno de
turno comienza a manipular el tipo de cambio con políticas populistas
o demagógicas, o es funcional a la banca privada y distorsiona eso, la
complementariedad entre los países se torna imposible. Porque las po-
líticas deben ser de de largo plazo y no deben depender de necesidades
coyunturales. Llega la campaña electoral y quiero cambiar el tipo de cam-
bio para beneficiarme porque así la estratega de mediano o largo plazo
no funciona. Esa es también una de las grandes cuestiones, por eso, por
ejemplo, los bancos centrales de Europa no pueden ser tan autónomos,
porque existe el Banco Central Europeo, de la Unión Europea, que es
responsable por la armonización de todas esas políticas monetarias.
■ Mas de una vez usted mencionó en esta entrevista que los intereses
electorales contaminan la vida política del país. Del punto de vista
de la profundización de la democracia ¿qué tipo de reforma política
propone su partido? En Argentina sería fundamental tener solamente
un período presidencial y no más, como en Uruguay y Chile. Pero eso
es difícil porque requiere una reforma constitucional. Hay aquí un gran
problema que tuvieron todos los gobiernos democráticos: el que llega
al gobierno no se quiere ir y cuando está en su segundo mandato está
pensando en reformar la Constitución. El gobierno de Kirchner tuvo un
buen período. Después puso a su mujer porque la idea es ir alternándose
para quedarse unos veinte años. Eso es antidemocrático. Esta idea de
llegar y no irse por un período largo distorsiona mucho el funcionamiento
de nuestros gobiernos.
¿Qué tipo de reformas políticas pensamos? Aprobamos recientemente
una ley de reforma política que tiene puntos que nos parecen buenos
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